Caravelle

Sorpresas te da la vida, sorpresas te da el Raval, cuando un día caminando por la calle Pintor Fortuny te das cuenta de que un nuevo lugar ha abierto sus puertas. Te asomas a curiosear y descubres que todo tiene una pinta exquisita y que los precios, además, están más que bien para los tiempos que corren. Caravelle es el nuevo vecino del Raval y promete convertirse en uno de los hits del barrio y en un futuro must para los amantes del brunch dominguero. Decoración minimalista pero acogedora lograda con una sencilla combinación entre el blanco y la madera y una carta breve pero muy efectiva y totalmente deliciosa. Ensaladas originales, aliolis de diferentes sabores (¡buenísimo el de tomate!), sandwiches de lujo y los postres… ufff, los postres se merecen capítulo aparte, pero yo me quedo con su cheese cake o con su crumble de manzana (ex-qui-si-to). Además, el menú cambia cada día, cuidan muchísimo su producto y abre desde el desayuno hasta la cena. Así que podéis pasar a cualquier hora del día, porque estoy segura de que no os defraudará. ¡Viento en popa, Caravelle!

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