Está en Sant Antoni (qué sorpresa), pero este restaurante chileno con aires mediterráneos lo único que comparte con el Federal, el Tarannà (a 200 metros) o el Calders es eso, las latitudes, porque la decoración, o el «rollo» que transmite el local nada tiene que ver con los mencionados anteriormente. Su decoración me atrevería a decir que es estándar. No llama poderosamente la atención más que por el logo de vinilo en la entrada. Pero ojito, si fuera un lugar tan random no lo estarías leyendo aquí y ahora. ¿Qué tiene el Merquén entonces? Pues además de su privilegiada localización, su comida. Sí señores, a veces hay que referenciar a los locales por lo que ofrecen y no por «sus aires de», que tan a menudo nos ciegan. En el Merquén se comen especialidades chilenas-locales que están para dejarse las huellas dactilares: ceviche, empanadas mapuche, tartas caseras, ensaladas frescas (no tengo palabras para describir la de quinoa con mango… ¡qué festival de sabores!) y, lo que hace que todo lo demás sepa aún mejor y tus acompañantes parezcan más guapos y graciosos: el Pisco Sour. Déjate de mojitos o selvas tropicales en vaso, el Pisco debería instaurarse desde la antípodas como dogma. Fresco, dulce y, para qué engañarse, te dará un punto.
