Yashima

Para los que venimos de otros lares, llámese Levante, llámese el sureste, llámese la Costa Blanca, etc., todavía queda mucha por Barcelona por descubrir (y para los «nativos» también, que no se diga). Algunos tenemos trucos como «la reserva de felicidad»: siempre nos guardamos en la recámara un cachito de vida que nos dé alegría sublime descubrir de nuevo, o sublimar, valga la redundancia. ¿De qué hablo si hablo de Lugares? De Yashima: es uno de esos sitios donde ir a incrementar esos niveles o reservas, se disparan cuando reservamos mesa en una de sus «kotatsus», habitación japonesa con mesa a ras de suelo. Totalmente recomendables algunos de los platos estrella de la casa (abierta, dato a tener en cuenta, nada más y nada menos que desde 1989, será por algo). Comenzamos: 1. Para morirse de placer gustativo el Tataki de Pez Mantequilla: bacalao negro de Alaska flambeado, marinado con huevas de salmón y salsa de soja. «Mantequilla» lo dice todo de su textura, sí. 2. La Ventresca de Atún con Erizo y salsa de Oporto es glo-ria. Su salsa picante le dará el punto que necesita para no ser demasiado dulce. 3. ¡Sushi! Sí, sí, sí, sí. El mejor que he podido probar en muuuchos años, sushi unagi, de anguila, en vena, por favor. Lo que me recuerda… 4. Mochi: tú no has probado un mochi hasta que has ido a Yashima, especial la urdimbre (igual a textura en clave metafórica, por no repetirnos) del de Té Verde. Nos hemos saltado la fondue de carne de buey danés y verdura: sencillamente exquisita revuelta en huevo crudo para no quemarte el alma. En Yashima no sólo puedes estar en una de sus habitaciones, sino que puedes combinar, y en la siguiente visita ver cómo cocinan en la zona de planchas o «teppan-yaki»: la mejor materia prima ante tus narices excitadas con el espectáculo culinario. En la parte superior, junto a ella, se encuentra la barra de sushi, opción más económica -el sushi, aquí- que puedes elegir cuando el mes anda cerrando próximo a algún cero en la cuenta bancaria. ¿Cómo no amarlos?: tienen trucos para occidentales un poco lerdos o poco hábiles como quien suscribe: una goma que hace que de verdad, tú, sí, tú, puedas utilizar por una vez en tu vida los palillos y sentirte una más en la casa. Además, para espaldas algo castigadas por la vida y las sillas de escritorio: las mesas de las habitaciones tienen hueco para esas piernas que no aguantarían una cena entera sentadas sencillamente en el suelo. Jengibre que sabe a jengibre: aquí descubrirás que ir a un japonés era otra cosa.

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