Mucho nos ha torturado durante la adolescencia el porqué de esto, de lo otro o nosotros mismos. Algunos, llegan a la adultez y hasta a enfrentarse a la muerte con el mismo azote conceptual: ¿por qué?, ¿para qué? Nuestra sociedad teleológica no hace más que obligarnos a pensar en ello desde que nacemos, y cuando intentamos revelarnos contra ello, pues aparece la pregunta más robusta y revitalizada bajo el concepto de eficiencia… ¿Pero y si también dinamitáramos este concepto, qué quedaría? Pues algo así es lo que hace, a través de la danza, Manuel Roque y Bang Bang, quien lleva el rendimiento hasta el límite, ofreciéndonos su sudor como sacrificio con el movimiento como único fin en sí mismo alejado de todo tipo de narrativa. ¿Aguantará él? ¿Aguantaremos nosotros?
