Carretera asfaltada en dos direcciones

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7 de diciembre de 2021
Categoría del Evento:

Lugar: Filmoteca de Catalunya, Plaça Salvador Seguí, 1 – 9

Precios: 4€

Horarios: Mar. a las 17h

En 1971 se estrenaba Carretera asfaltada en dos direcciones (Two Lane Blacktop) una road movie por y para cinéfilos y una de las películas comerciales de minimalismo narrarivo más rompedoras. Nadie diría que su director, Monte Hellman, comenzara su carrera dirigiendo una producción del maestro de la serie B, Roger Corman; quien, comprobados sus talentos, le produciría dos westerns: Ride in the Whirldwind y The Shooting.

Estos dieron acceso a Monte a una gran productora, que esperaba sangre y músculos con Two Lane Blacktop. Sin embargo él se reafirmó en el estilo de esos dos westerns, personajes introvertidos y obsesivos que campan en un tiempo elástico, sin muchas sorpresas ni grandes giros de guion.

Un conductor y su mecánico, a bordo un Chevy ’55 gris, contra un cincuentón americano y su Pontiac amarillo. Una carrera por un coche ajeno y, en medio, una chica. Estos elementos podrían seguir el slogan de la película: “No beginning… No end… No speed limit!” y crear una americanada divertente pero los personajes de Monte, como apuntó Richard Linklater, parecen sacados de una película de Bresson. Son jóvenes post hippies, slackers de primera línea que rehuyen el modo de vida americano. Sólo se comunican para hablar de su Chevy; conducen por carreteras y paisajes cualesquiera, y campan por las noches en busca de carreras que alimenten su obsesión.

Los actores principales fueron dos músicos, el cantautor James Taylor y el fundador y batería de los Beach Boys, Dennis Wilson. Ambos llevan las riendas de una película donde la música da paso a una banda sonora construida mediante un ruido de fondo siempre presente: el rugido de los motores, de los trenes pasando, de las maquinarias que les rodean… Es el ruido existencialista de una juventud en busca de respuestas. Mientras que, del otro lado, la música y la locuacidad impertinente están presentes en el conductor del Pontiac (Warren Oates), el cincuentón que representa la generación anterior.

Esta negación por la música y la liberación de los ’60 alcanza su cenit cuando la chica (Laurie Bird) canta “No satisfaction”, con una tímida capella y en un bar adornado con carteles que rezan “No dancing”.

Interpretaciones alienadas, diálogos mínimos, lluvia constante, localizaciones sin identidad y hasta un technicolor apagado generan un melancólico ejercicio de estilo y coherencia, sencillo en apariencia pero indescifrable en sus múltiples lecturas, que además cuenta con uno de los finales más sorprendentes y, quizás el más puramente cinematográfico.

Un final marcado estilísticamente por la cámara lenta y el silencio: el mayor de los ruidos.

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