Oro del cine posmoderno, crisol de estéticas con identidad magnética, peliculón para palomitas y lágrima contenida e historia de un protagonista sin nombre. Eso es Drive y, si aún no lo sabes, debes verla. Nicolas Winding Refn dirigió en 2011 un film que recupera, gracias al gesto sutil de Ryan Gosling, a ese galán con pistola y sin miedo, capaz de jugarse el tipo por una cándida rubia o la sonrisa de un niño. Siempre con gestos firmes y nunca con muchas palabras, el héroe de corazón de oro y fachada de acero que cambió caballo por cochazo tuneado y que tan pronto recuerda al Pirata Rogers como a Travis Bickle. Además, la película técnicamente es notabilísima: fotografía brillante, dirección artística propia a la vez que inspirada (en el Scarface de DePalma, en el Kill Bill de Tarantino), montaje que deforma el tiempo entre acelerones y slowmo’s, más una música que obliga a utilizar el Shazam en el cine.
Y bueno, si lo tuyo no es fijarte en los detalles, llorarás al final que es lo que importa, tanto que hasta querrás ponerte una chaqueta con un escorpión dorado bordado tamaño kingsize. Poderoso film en la sala Phenomena este fin de semana.// By Iván Massa
