Entrar en una sala de teatro es para mí, siempre, uno de los mayores placeres que existen. Me encanta, en primer lugar, acceder y observar el espacio creado antes de ser manipulado y transformado por los actores con sus respectivos personajes. La farsa de Walworth, obra del galardonado dramaturgo Enda Walsh e interpretada por Oriol Casals Yolanda Sey, Jordi Subirà y Pep Vila, a mano de la dirección de Pere Puig, estará hasta el 7 de febrero en el Teatre Akademia. El escenario, distribuido en tres pequeños espacios que, ya de antemano son sumamente llamativos, nos trasladan al interior de un hogar precario en el que parece que reina cierto caos. La personalidad de la casa brilla y destaca de por sí misma en cada uno de sus rincones.
La obra es un viaje, un viaje lleno de intensísimas emociones que no dejan en ningún momento de sorprender y trasladar al espectador a diferentes misterios que oculta el conjunto de personajes. A través del humor cínico del autor, el público reflexiona sobre los valores de la familia, la inmigración, la patria y los límites de la libertad. El punto de partida de Walsh para esta obra son aquellas historias de los telediarios de gente aparentemente normal que de un momento a otro descubrimos que son sádicos torturadores. En La farsa de Walworth hay toques de poesía, de humor salvaje y todos los aspectos de lo que entendemos como un drama doméstico. El trabajo de los actores es impecable, la coordinación y el ritmo no se pierden jamás y son capaces de llevar todos los contrapuntos con una vitalidad y una energía muy sorprendentes. Sinceramente, no debes perdértela y yo, si tengo ocasión, repetiré.
// foto de David Borrat
