Decir Les Luthiers es agitar la memoria colectiva de tres o cuatro generaciones; poblarla de innúmeros gags, situaciones inverosímiles, juegos de palabras que estiran el lenguaje hasta su límite. Pero siempre, siempre, con una sofisticación que les he permitido sortear lo chabacano y lo ramplón, vicios de otros cómicos. Porque Les Luthiers es elegancia y picardía: han sabido mantenerse en la delgada línea que separa a los bufones de los reyes del espectáculo.
A lo largo de todos estos años nos han enseñado cómo, partiendo de materiales estrambóticos (una tapa de váter, un neumático, un perchero o un par de zapatos) pueden crearse sonidos deliciosos; cómo se puede combinar la erudición con el sexo; cómo se puede desacralizar sin ofender; cómo incluso el suicidio es hilarante.
Es un milagro que sigan en activo. Verlos, siempre una cita inexcusable. El año que viene cumplirán medio siglo sobre los escenarios, y ahora nos visitan con ¡Chist!, un espectáculo antológico con lo mejor de su carrera, pero que también nos depara más de una sorpresa. Vayamos a brindar: con ellos, y por ellos.
