¡Oh Doc! Regreso al Futuro regresa al futuro al completo, en su condición de trilogía de culto para que los nostálgicos del cine de los ochenta -que nos acercamos a los treinta y empezamos a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor- reivindiquemos el VHS. Al fin se nos brinda la oportunidad de ver de nuevo a Michael J. Fox, adalid de los héroes bajitos, en pantalla gigante, girando su rostro a cámara y pronunciando lentamente aquello de «A mí nadie me llama gallina» y comentar a la salida lo extraño que resulta el hecho de que ahora dispongamos de casi todas las cosas que Zameckis imaginó que poblarían el futuro salvo los monopatines voladores que, al fin y al cabo, eran lo que más molaba. Pensar que jamás habríamos aprendido la palabra «almanaque» a no ser por películas como esta… ¿Y el Delorean? ¡Eso sí era un coche guapo, no jodamos! Y ya veréis qué raro es caer en la cuenta de que el pasado, por aquel entonces, formaba parte de la juventud de nuestros padres y no de la nuestra, tomar conciencia de que ahora mismo estamos viviendo en el futuro de Marty McFly. Manda huevos.