Siendo Palma de Oro en Cannes 84, BAFTA al mejor director 85, ganadora de otros 15 galardones internacionales y película favorita de Kurt Cobain, está claro que Paris, Texas es un must del cine contemporáneo cuya técnica cinematográfica sensible y semantizada (atención cinéfilos a la evolución cromática) sumada a la tensa emotividad que transmite, obligará al 100% de la platea de los Cines Verdi a usar la entrada como kleenex antes de los créditos finales. Una compleja coproducción germano-franco-anglo-estadounidense de la mano del director alemán Wim Wenders que en 147 minutos, con formato road-movie y «sin hacer spoilers» nos revela el traumático pasado de Travis Clay Henderson (Harry Dean Staton), un hombre sediento que vaga bajo el sol del desierto sin recordar quién es, pero que gracias a su hermano (Dean Stockwell) y a su hijo pequeño, acabará por enfrentarse a los fantasmas de un pasado que había preferido olvidar.
¿Otros argumentos para no perderse su proyección? Uno, Natasha Kinski con jersey de angora carmesí, y dos, muy importante, el «tauum tauummm» mítico de su banda sonora, que tan gratificante resulta saber al fin de dónde diablos venía. // By Iván Massa
