«Hola, me llamo Virginia, y soy librera». Este podría ser el comienzo de mi futura novela. Pero no, no todas las libreras somos escritoras empedernidas; esta frase encaja quizás más con el inicio de nuestras inevitables sesiones de terapia. No somos fans de las sagas románticas, ni somos todas solteronas rodeadas de gatos -yo personalmente tengo perro y lo de la soltería lo discutimos durante la fiesta, si queréis- pero sí que es cierto que las libreras obedecemos a ciertos tópicos. La gracia es que no se parecen en nada a aquello que estás pensando ahora mismo. Las libreras somos resoplantes, estamos hartas, y nos desahogamos unidas. De forma virtual lo hacemos gracias a ellas, las Libreras Resoplantes, y sus guiños. Y ahora, por fin, también de forma física. Si tener una librera cerca es sinónimo de diversión, estar rodeado de… será la perdición. ¡Venid y tomad nota que las libreras que beben unidas, permanecen unidas!