Cualquiera que haya asistido a un concierto de Swans sabe que se trata de una experiencia única, un show vampírico que quizá está más cerca del averno que de cualquier otro sitio; y esto es así porque exorcizando nuestros miedos y demonios es como se llega a la más clara purificación. En este momento tan singular, Swans se despide de los escenarios, al menos con su formación actual. La banda de Nueva York, formada a primeros de los años 80 y se separaron en 1997, regresando a los escenarios hace ahora siete años. No son pocas las ocasiones en las que los hemos podido ver por aquí cerca: en el Matadero y varias veces en el Primavera Sound. Directos apabullantes, en ocasiones de casi tres horas de duración, en el que el postrock y la oscuridad toman el escenario y pasan a un primerísimo plano; y claro, ellos hacen lo que quieren con el público. Además, en esta ocasión tan especial no podía ser mejor el acompañamiento, pues la también neoyorkina Baby Dee, enfrascada como siempre en sus mejores galas y con grandes dotes performativas, se encargará de preparar el terreno con sus canciones lumpen. Una noche, al fin y al cabo, en la que pasar del cabaret a la sordidez en una prometedora cita que no puedes perderte. // BY Javier Muñoz
