En 1976, Mr. Martin Scorsese parió un mito en celuloide llamado Taxi Driver, que aún hoy sigue manchado de la sangre acrílica rojo satinado testigo de aquel milagro. Ganadora de la Palma de Oro de Cannes, aunque sin Oscar alguno, el filme que se proyectará en la Filmoteca quedará por siempre como uno de los frutos más turgentes de la renovación estética y temática con la que los jóvenes cineastas norteamericanos de los setenta y sus películas cambiaron la industria: El Padrino 1 y 2 (1972 y 74) de F. Ford Coppola, Tiburón (1975) de S. Spielberg, Carrie (1976) de B. DePalma o Star Wars (1977) de G. Lucas, ejemplos de cómo la ruptura de la narración, la ultraviolencia y la sociopatía vinieron para quedarse en nuestras pantallas. En la historia, Travis, un De Niro despechado por el sistema, decide «arreglar el mundo» rollo punky, usando un pistola retráctil casera escondida en la manga. Pero, ¿quién no querría ser la víctima de un cañón que guarda en la recámara cine negro, western, thriller, a Jodie Foster post lactante, a Harvey «hippy-proxeneta» Keitel y a una Cybill Shepherd que encarna la cómoda entrega al bello STATVS QVO? Para morirse. // By Iván Massa
