Vuelve uno de los festivales con más personalidad del panorama nacional. En un momento en el que todos los festis pierden el culo por llamar la atención, arrastrar masas amorfas de guiris automatizados y prácticamente conquistar el planeta con un cartel hasta los topes de “galácticos”, el Vida Festival sigue a su rollo. ¿Y cuál es su rollo? Pues su rollo es su rollo: un recinto bonito, un cartel con más calidad que cantidad, libre de solapamientos, buena comida, respeto por el espacio personal, cero colas y mucho buen rollo. Cada año el Vida parece decirle a los demás festivales algo así como: “eh, eh, calmaos, tíos, lo importante aquí es pasarlo bien, estar a gusto y disfrutar de la música, ¿no?”. Y, joder, no le falta razón.
Este año, como novedad, los cabeza de cartel han quedado más repartidos entre los días que dura el festival, por lo que saltarse el jueves no es una opción. Los más rápidos en llegar, pulsera mediante, podrán ver a Les Sueques y pegarse unos bailoteos con el siempre apetecible Joan Miquel Oliver. ¿Y luego? La psicodelia fresquita y exótica de Alien Tango, el rollito funk cargado de sintes de los australianos Parcels y las elaboradas letras de los madrileños Rusos Blancos. A partir de aquí viene una noche bien divertida y bailonga, con nombres como Guadalupe Plata, un trío de blues-rock cañero y con mucho humor, aunque no más que Las Bistecs, sin duda uno de los platos fuertes de la noche y de los grandes fenómenos del autoproclamado “electro-disgusting” en los últimos años. Pura historia del arte, vamos.
Pero, oye, paso a paso, que antes de ellas tendremos a Phoenix, cabezas de cartel míticos donde los haya, una banda que es sinónimo de “indie” y que, yo qué sé, no creo que os esté descubriendo ahora mismo.
¿Y luego? Pues luego llega el dj Erol Alkan, residente del Trash Club de Londres, con una sesión que promete ser un lujo, para dejar paso de nuevo al guitarreo con King Cayman, uno de esos hombre-orquesta que se basta y se sobra para cerrar un festival a base de ruido, ruido y más ruido. En serio: el cierre del primer día de Vida, promete.
