“El dinero no es el objetivo del trabajo, es solo la consecuencia”

Por RENÉ LÖNNGREN y ANA CLAUDIA RODRÍGUEZ

Tras más de 40 años de experiencia en banca, Joan Melé –que estará este sábado en Le Cool Festival– se dedica de lleno a su labor divulgativa sobre temas de economía consciente, empresas sostenibles y educación en valores. En esta entrevista, el exdirectivo de Triodos Bank desenmascara algunas de las trampas del dinero y nos presenta además su nuevo proyecto: los Talleres de Conciencia.

“¿Banca? ¿ética?”, le preguntaban con sorna a Joan Melé cuando, como subdirector de Triodos Bank (2006-2014), se encargaba de promocionar la llegada de la institución financiera a España. “Sí”, les contestaba él. “No sé si tú eres ético, pero si es así, no permitirás que tu banco no lo sea con tu dinero, ¿verdad?”.

Melé, como experto en la llamada economía consciente, tenía réplica para casi todo.

Pero lo financiero no fue en realidad una de sus primeras inquietudes: cuando era joven su ansia era más bien “conocerlo todo”, “descubrir cómo era el mundo”. Por eso se apuntó a la universidad a estudiar Matemáticas y luego Física, pero abandonó ambas carreras porque no le daban respuestas. Al desengaño le siguió un trabajo en una caja de ahorros, a la que dio portazo 30 años después: con 55 y al borde de la prejubiliación, dejó su puesto de director en una oficina y se lanzó a la nueva aventura. La flamante banca ética.

Ahora Melé es un especialista reconocido. “El banquero bueno”, le llaman algunos.  Además de las más de dos mil conferencias divulgativas que ha dado por todo el mundo, ha publicado dos libros: Dinero y conciencia: ¿a quién sirve mi dinero? (2009) y el reciente La economía aplicada a los jóvenes (aquí, el primer capítulo).

—Como experto en el sector, ¿crees que otra economía es posible?

—Nuestra economía debe transformarse: ahora es animal, busca el crecimiento a toda costa y el máximo beneficio personal, y debería convertirse en una economía consciente, humana, donde el ser humano sea el centro. En esta nueva versión, el trabajo se entiende como una oportunidad para que se desarrolle personalmente y para que mejore el mundo con su talento. El salario es secundario.

—¿Es posible entonces que las personas vivan de su talento?

—Claro, pero el trabajo tiene que ser el resultado de la creatividad como producción espiritual. A partir de allí, ¿quieres tener mucho dinero? ¡Perfecto! Siempre y cuando tengas en cuenta a tu entorno, ¿ganan bien tus trabajadores?, ¿estás dañando el medio ambiente?, ¿contribuyes en algo a la sociedad? Si quieres mucho dinero, está bien, pero no nos confundamos: ése no es el objetivo del trabajo, es solo una consecuencia.

—El objetivo también sería no quedarse sin dinero…

—El problema con el dinero es que la gente tiene miedo. Y cuando tienes miedo al destino, a la vida, empiezas a acumular para tener un futuro seguro. ¡Pero no funciona así! ¡No sirve! Te cuento dos casos, el de Amancio Ortega y el de Carlos Slim, dos de los hombres más ricos del mundo. Sus mujeres eran también multimillonarias, ¿y qué pasó? ¡Que las dos murieron jóvenes! ¿De qué les sirvió el dinero? Es solo el medio para que puedas realizar tu objetivo de vida. No acumules: el dinero es como el agua, si no se mueve, se estanca y se pudre. Mejor pregúntate qué hacer con él para que fluya entre todos, para que genere vida.

—Entonces, si acumulas, si ahorras, ¿atraes la escasez?

—Depende: si es un ahorro consciente, porque prevés irte de vacaciones o pagarle los estudios a un hijo, está bien. Pero si acumulas dinero inconscientemente, entonces no. ¡Pero si nos vamos a morir todos! La acumulación, precisamente, tiene que ver con el miedo a la muerte.

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Joan Melé, en una de sus múltiples conferencias

—¿Cómo hacemos para ser más conscientes del uso de nuestro dinero?

—Puedes llevar tu contabilidad durante seis meses y apuntar en una libreta todo el dinero que sale y todo el que entra. Y al cabo de ese tiempo, agruparlo por partidas. Yo en mis conferencias, decía a veces, en broma: “soy capaz de ver la fotografía del subconsciente humano”. Y en cierto modo es verdad, porque el extracto de una tarjeta de crédito dice mucho de las personas. Yo he visto miles de cuentas y si analizas el tuyo fríamente, verás qué has comprado y te darás cuenta de que hay un consumo que no es libre, que está inducido por la publicidad, o por querer tapar el malestar derivado de tu manera de vivir. Hay un apartado de compra inútil que es altísimo y eso es una esclavitud. Pregúntate, cada vez, ¿en qué gasto? ¿por qué? ¿para qué? Fíjate que hasta existe el verbo “ir de compras” para describir cómo vamos a dar vueltas a ver qué encontramos. ¡Pero si no necesitas nada! Solo necesitas comprar porque te sientes vacío por dentro. Llénalo entonces con contenido espiritual.

—¿Cómo manejamos el dinero de un modo consciente?

—Pregúntate, la ropa por ejemplo, dónde la han hecho, cómo, cuándo. El otro día vi que anunciaban un vestido de mujer por 9,90 euros. ¿Pero cómo es posible que valga solo eso? ¿En qué condiciones están trabajando las personas de esa fábrica? Como consumidor podrías decidir comprarte solo un vestido al año, pagar cincuenta euros, pero asegurarte de que está hecho en condiciones, humanas y ecológicas. Luego todo el mundo dice “no tengo dinero”. Mentira, yo he trabajado en un banco 30 años y te digo que no es así. Y te pregunto, ¿en qué banco lo tienes? Porque para elegir tu barrio, el colegio de tus hijos o tu alimentación, buscas que estén en consonancia con tus valores, ¿y por qué el banco no? “¿Usted, qué hará con mi dinero?” es una pregunta fundamental que debería hacerse, y a  mí no me la ha hecho nadie en 40 años. Nos quejamos mucho, pero luego no nos interesamos. Elige un banco ético, porque el responsable de tu dinero eres tú, no el banco. El cambio es primero individual y luego será global. ¿Y las donaciones? Doy 20 euros a cualquier ong y listo. ¡No! Hay que preguntarse, ¿dónde invierto mi dinero? ¿Por qué no lo destino a proyectos locales, por ejemplo, donde hay muchos jóvenes con propuestas innovadoras?

—¿Joan, invertir en bolsa es ético?

—Para mí, no, porque tú en bolsa inviertes para ganar dinero sin hacer nada y sin conocer a las empresas en las que vas a invertir. Yo digo ¿por qué quieres ganar dinero sin esfuerzo? ¡No es normal! El dinero es el producto de la relación entre seres humanos. Cuando hay uno que gana, el otro pierde. No existe el dinero fácil y gratuito para todo el mundo. A alguien tienes que engañar. Además, ¿para qué quieres ganar tanto dinero? Yo lo he preguntado muchas veces a gente millonaria. “Pero si ya tienes suficiente para vivir bien, ¿para qué quieres más? ¿qué te quieres comprar?”. Y nunca contestan. Es un tema existencial. Una economía consciente consiste en que yo me haga consciente de mis necesidades y que, a la vez, me preocupe por la gente que está a mi alrededor. Que todos podamos vivir dignamente. Según un informe reciente el 1% de la población tiene más dinero que el 99% restante. Eso es una aberración. ¿Por qué lo haces?

—Entonces si gestionamos el dinero de manera consciente, en el ahorro, la compra y la inversión, ¿vamos bien?

—Siempre debes preguntarte ¿soy libre al hacer esta compra? ¿conozco todas las consecuencias? ¿la hago porque quiero, por ganas? ¿o actúas como un animal, que se mueve por instintos y deseo? Acuérdate, el hombre no es así: el ser humano actúa por amor.

***

La curiosidad de Joan Melé por descubrir el engranaje del mundo no se apagó en la sucursal bancaria. “Los clientes venían y me contaban muchas cosas íntimas con la excusa del dinero. Más que a un confesor. Y tratar con la gente me encantaba… pero no era suficiente”.

Por eso empezó a abrir todas las puertas posibles. El catolicismo que heredaba de familia “se quedaba corto”, así que indagó en el budismo, la teosofía, la escuela arcana, la masonería, el yoga de Patanjali… “Todo era interesante, pero parecía desvinculado de la realidad. Tenía amigos que hacían yoga, se encendían su incienso y decían Qué bien estoy aquí pero qué malo es el mundo allí afuera. Y para mí la espiritualidad tenía que ver con entender el mundo e interrelacionarme con él; buscaba algo compatible con la vida, con la ciencia, con la cultura de occidente. Me rechinaba el hecho de que todo tuviese que venir de Oriente o de chamanes de los Andes.

Y, buscando, un día lo encontró. Tenía 27 años y el corazón –dice- le dio un vuelco al leer a Rudolf Steiner, el filósofo austríaco de la segunda mitad del siglo XIX que fundó la Antroposofía, la educación Waldorf o la agricultura biodinámica, entre otros. Melé aún recuerda su asombro al recibir desde México una copia rústica de La Filosofía de la Libertad. “¡Es esto!”, dijo. Y ahora, después de leerlo durante años define la Antroposofía así: “Es una propuesta para emprender un camino de autoconocimiento para descubrir lo espiritual de uno mismo, del otro, del universo, y ver qué vinculación existe. Es un camino para dar sentido a la vida”.

Melé no solo siguió la Antroposofía desde entonces, sino que, diez años después de su hallazgo, ya organizaba su primer seminario antroposófico en Barcelona (vinculado también a lo económico). La inspiración llegaría aún más lejos, cuando en 2014 el exbanquero decide darle el segundo giro a su vida: con 65 años deja la subdirección del Triodos Bank (sigue vinculado como miembro del Consejo Asesor) y le da alas a su propio proyecto. Taller de Conciencia.

“El objetivo es desmontar la visión que la gente tiene de la realidad, que suele ser muy estructurada, para promover un cambio de conciencia. Yo propongo empezar a pensar con mente abierta, corazón abierto y voluntad abierta. Que se dejen sus ideas y emociones preconcebidas en el perchero de la puerta”, dice Melé, para quien, en nuestra sociedad, hay una obsesión con el dogma materialista. “Es como si vieras un cubo proyectado en un plano; probablemente pensarías que es un cuadrado, aunque solo es una proyección del cubo. Pues lo mismo sucede con muchas cosas: lo que percibimos es una parte de una realidad mucho más amplia”.

¿Cuáles son los más grandes retos que tiene la Humanidad en este momento?, ¿a qué crees que se deben?, ¿qué harías tú para llegar a resolver estos problemas?, ¿hasta qué punto estás dispuesto a comprometerte a realizar este cambio? Estas son algunas de las preguntas que formula en sus talleres, donde también practica la observación, interior y exterior, o el silencio. “Es el inicio de un camino para que los participantes desvelen el sentido de sus vidas. Un camino de introspección, de esfuerzo, de estudio. Un camino para ser mejor persona. Porque lo que nos hace falta es sabiduría pero también nos hace falta bondad. La gente con muchos conocimientos no está arreglando los problemas del mundo”.

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