“Hay que enamorarse de uno mismo para enamorar al mundo”

Esa noche, en la cena para singles, todo empezó al revés. Uno a uno, los comensales ofrecían su peor versión: hombres y mujeres se presentaban frente al resto con una galleta en la boca, así que no hablaban bien, tiraban escupitajos de comida y, además, tenían que contar cuál era su manía más negra. “Perfecto”, dice para Le Cool Jordi Muñoz, que es coach transformacional, recreador personal y artífice del encuentro. “De esta forma, de entrada ya nos mostramos imperfectos y avanzamos en eso que nos cuesta tanto: exponer nuestro lado oscuro. Además, dejamos también al otro que sea como es y juntos abrazamos esa fragilidad”.

La peculiar iniciativa es una de las tantas que Muñoz ha emprendido en el marco de El Despertador, una entidad que fundó en 2010 y que se encarga de realizar acciones y proyectos en Barcelona para empoderar y acompañar en procesos de cambio. Junto con la psicóloga Anna Soriano, quien también dirige el centro, y otros seis profesionales, ofrece en El Despertador varios cursos relacionados con el ámbito laboral o emocional (y lo hacen en un formato novedoso: además de los programas más extensos, hay cápsulas breves donde cualquiera puede obtener herramientas sobre la piedra en el zapato que más moleste en ese momento de su vida).

Una de las temáticas reina es, naturalmente, el mundo de la pareja, probablemente porque nos afecta a todos, tanto si estamos en una relación como si no. Desde El Despertador nos preguntan: ¿Es necesario una relación para sentirse completo? ¿Hay un único modelo de amor? ¿Cuáles son los ingredientes para una buena convivencia?

Para dar respuesta ofrecen el curso “El apasionante mundo de la pareja” (el próximo es un intensivo, los días 8 y 9 de julio), donde proponen el cambio después de un viaje interior y del “aprendizaje a través de la creatividad, la vivencia y la diversión”. Una de las dinámicas, por ejemplo, es desmontar los mitos que existen vinculados al mundo de la pareja. Imaginaos a Richard Gere yendo a buscar a Julia Roberts en Pretty Woman, y que la respuesta, en vez de llegar de una sonriente y complaciente enamorada, sea la de una mujer seria que le espeta a su galán: “Sube si quieres, pero que sepas que estoy muy enfadada”.

Y es que el de la “chica rescatada” por el chico, para que la libere de su isla en sombría soledad es, según explica Jordi, uno de los pensamientos más arraigados entre las mujeres. A su consulta acudió un día una joven con una inquietud: no sabía si quedarse con su marido o con su amante. Tú eres el profesional, le dijo a Muñoz, en función de lo que tú me digas yo actúo. “¡Yo no soy nadie para enseñarte a ti! ¡Tú eres el experto de tu vida!”, dice él ahora. El coach no le dio la respuesta, pero sí le invitó a hacerse preguntas; le dio herramientas y le guió en varias dinámicas. Le hizo considerar distintas posibilidades para ver cuál de ellas se adecuaba mejor. ¿El resultado? La chica eligió quedarse sola. Y en cuatro sesiones inició su propio proyecto profesional. “¡Salió con sus tarjetas de visita hechas!”.

Si las mujeres esperan el amor como una salvación, ellos, en cambio, cojean a la hora de expresar sus propios sentimientos, porque evitan mostrarte frágiles frente a su pareja. Y todos en general —dice Jordi— somos súper exigentes con nosotros mismos. En el 95% de los casos, lo que nos falla es la aceptación. Siempre pensamos en cómo deberíamos vivir las cosas, en vez de plantearnos cómo vivir lo que nos está ocurriendo en este momento. Hay que soltar el control y aprender a estar con uno mismo. Por eso en El Despertador decimos: “para enamorar al mundo, antes hay que enamorarse de uno mismo”.

—¿Estar solo es el primer paso, entonces?

El primer paso es escucharse a uno mismo. En nuestra sociedad intentamos hacer muchas cosas y no nos damos tiempo para formularnos preguntas fundamentales como “¿quién soy yo?”, “¿qué quiero?”. El resultado es que te comprendes más a ti mismo y no buscas tanto la aprobación y el reconocimiento fuera. Y hay que escucharse cada día, porque estamos cambiando continuamente: ver qué pasa, a dónde iría cada vez. Pero en general queremos ir tan de prisa que no podemos avanzar. En las relaciones de pareja ocurre también: no vamos hacia adentro y entonces nos encontramos siempre con el mismo tipo de situaciones, la piedra recurrente. Y eso ocurre porque dejamos atrás muchos temas no resueltos que se repiten y se repiten.

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Jordi Muñoz en una de las dinámicas de El Despertador

—¿Y cómo podríamos hacer para cerrar bien una relación y evitar que el esquema se repita?

Cuando has tenido una relación con alguien, todo eso ha sido un aprendizaje propio que nadie te puede quitar. Solo te lo puedes quitar tú. Te privas de eso cuando no lo hornas. Y la única manera de hacerlo es llorando… pero ¡nos dan tanto miedo las lágrimas! Y la tristeza o la melancolía pueden ser muy necesarias para un proceso.

—Entonces ¿hay que pararse y llorar?

—Hay que pararse y sentir el dolor. El dolor es inevitable, porque es emocional. Pero el sufrimiento es opcional, es mental y se da cuando no hay aceptación y nos peleamos con nosotros mismos, con la situación, con otra persona o con la vida. Después de sentir el dolor debemos aceptarnos tal como somos y agradecer por lo que hemos vivido y aprendido.

—Entendido. Entonces estamos de nuevo disponibles, ¿cómo debería ser la pareja?

—El cocktail triunfador… ¿Qué es lo que realmente queremos? Muchas veces no nos atrevemos a decir la fórmula que buscamos. “Eso es como pedirle peras al olmo. Mejor apañarse con lo que hay”. Lo importante es decírtelo a ti mismo: “Quiero alguien para pasar el rato” o “Necesito alguien en quien confiar” o lo que sea que necesites. Y así, al encontrarte con el otro puedes ser más honesto con lo que de verdad buscabas y no perderte, o dejar de ser tú mismo, simplemente por tener pareja. A la vez, tampoco hay que ser muy restrictivos porque en realidad cualquier relación nos enseña, nos lleva más allá de lo habitual. Hay que estar abiertos a cosas nuevas, porque muchas veces son mejor de lo que esperábamos.

«La comunicación y la creatividad son dos aspectos clave a la hora de mantener viva la pasión»

—Y al elegir, ¿es preferible la piel o la calma?

—Ambas cosas son importantes. El enamoramiento es una fase dentro del amor: es químico, es inevitable. Mientras que enamorarse es una decisión, una apuesta. Muchas veces iniciamos una relación solo porque hay química sexual, aunque el resto no encaje por ningún lado. Decimos Ya cambiará con el tiempo. Y lo único que estamos haciendo es no aceptarnos a nosotros mismos ni al otro.

—¿Apostamos mejor por el amor, entonces?

—La presencia de ambos es lo que da más garantías de éxito. En ausencia de  enamoramiento, hay quienes apuestan por enamorarse y por hacer crecer una relación desde el amor. En este caso existe el riesgo de que confundamos pareja con amistad, y de que falte atracción. Esto hay que tenerlo en cuenta.

—¿Qué hacemos cuando confundimos amistad con relación de pareja?

—Te respondo con una pregunta: ¿Qué dice normalmente una persona que se encuentra en esa situación? No, es que el otro me cuida o Me da tranquilidad, etc. Eso está relacionado con la resignación, con el hecho de recibir atenciones del otro. Y yo me pregunto: ¿y todo eso no lo te lo podrías procurar tú mismo? Hay que ser muy honestos para aceptar que a veces no buscamos pareja, sino una madre, un padre, un amigo.

—Encubrimos nuestro verdadero deseo.

—Puede darse el caso. Es importante  preguntarse, ¿cuánto me obligo a tener una relación, por presiones familiares o sociales, por ejemplo? Existen períodos, además, en los que no puedo enamorarme porque estoy saliendo de una relación y es imposible mirar hacia adelante para tirarme a la piscina porque todavía estoy mirando hacia atrás. Tenemos que ser sinceros, conscientes. Y preguntarnos ¿Qué necesitamos en este momento? ¿Un momento de primavera? Perfecto. ¡Pero no le pongas la etiqueta de relación de pareja!

—¿Qué hacemos si en algún momento se nos acaba la pasión?

—La pasión es algo que es muy importante para tener en cuenta y para aprender a cultivar. Está demostrado que cuando se agota… es el principio del fin. Pero al mismo tiempo, si sabemos que no podemos vivir en una continua primavera, podemos cuidarnos para no estar en un invierno perpetuo.

—¿Alguna estrategia?

Hay dos aspectos clave. Por un lado, la comunicación, expresar continuamente cómo nos sentimos, y no dar por supuesto que el otro ya lo sepa. Hay que ser más responsable y proactivo. Y no perder de vista al otro. En segundo lugar, la creatividad nos ayuda a romper con uno de los virus de las relaciones, que es la rutina. No solo a través de distintas propuestas para amenizar, sino también para ir actualizándonos, porque lo que nos funcionó ayer, puede que hoy no tenga efecto.

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«El Despertador quiere ser un estímulo, una parada en el camino que nos ayude a tomar conciencia de lo que somos y de lo que queremos ser»

—¿Las relaciones de éxito son las que duran más tiempo?

—Te comentaré un caso. Yo no tengo pareja, sí que he tenido varias relaciones, pero en este momento no. ¿Quiere decir que soy un fracasado? Eso dependerá de cómo viva mis fantasmas. A mí me gustaría tener una pareja y tener familia, pero si lo vivo como una necesidad, como una exigencia, me sentiré frustrado. Pero no: estoy feliz de estar solo y me siento orgulloso de ello.

—¿Y si existiera mucho deseo, cómo manejarías tu frustración?

A veces nuestros sueños se convierten en nuestros enemigos. Son una fuente de frustración. Ya no te alimentan. Y la única forma de volver a vivir de forma saludable esta relación es acordarte que eso es un sueño, una ilusión, y que hay otras maneras de ser feliz. También tengo la opción de no escucharme a mí mismo, de no serme fiel, y estar todavía en una relación y tener hijos, etc. Hay muchas relaciones que llevan años así, sin escucharse, transformarse ni reciclarse.

—Existen relaciones sanas que también persisten en el tiempo. El amor maduro, ¿cómo funciona?

—Se trata de aceptar en el lugar en el que estamos, individualmente, y luego ponerlo en común con la otra persona para ver cómo combinarlo. Hay que actualizarse todo el tiempo, un F5 continuo, para ser sinceros y consensuar a partir de allí: ahora necesitamos una relación abierta un tiempo, ahora vivimos juntos, ahora separados…

—Suena bien, pero difícil…

—Debemos romper con la creencia de que esto es más difícil que seguir viviendo una situación que no nos gusta. Decirle al otro “Ey, te quiero mucho y te valoro, pero no estoy enamorado. Entonces, ¿qué hacemos?”. No estamos acostumbrados, pero lo más fácil es hablar desde del corazón. Nos hemos puesto tantas trampas que a veces no sabemos ni dónde está. Y en pareja muchas veces somos yo, tú, la versión que yo tengo de ti, la versión que tú tienes de mí, la que yo tengo que tener de ti, la que tú crees que… al final es una relación de diez en que todos somos unos desconocidos. Si quieres ser feliz de verdad, es mejor vivir desde tu autenticidad.

 

Ana Claudia Rodríguez es periodista y autora del blog «Y si de repente» (www.ysiderepente.com)  en el que afronta diferentes retos y los cuenta en primera persona.

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