David Lynch. El hombre de otro lugar

“La primera vez que le pedí a David Lynch que definiera la palabra lynchiano, cambió de tema”, se lee en una de las primeras páginas de este ensayo. Se diría casi que su autor, en su afán exhaustivo, se ha dejado vampirizar incluso en el nombre: Dennis Lim.

¿Qué es lo lynchiano? Tal vez sea la evolución de lo kafkiano en la era audiovisual, y la obra de este “zar de lo extraño” (la Revista Time dixit), como la del checo, solo pueda, como un abismo, definirse por sus límites. Tarea harto complicada, sin duda, porque estamos frente a un autor contradictorio, mente sutil repleta de matices, que votó a Reagan y a Obama por razones igualmente inextricables; que pudo conjugar el underground y los presupuestos millonarios; que dio forma a la cinta contemporánea más siniestra (Terciopelo azul) y a una de las más luminosas (Una historia verdadera); que refleja la pintura de Francis Bacon, pero también la de Norman Rockwell.

Con una prosa firme pero entretenida, que no ahorra en análisis críticos ni en anécdotas, Lim repasa su breve pero apoteósica filmografía, desde sus cortometrajes iniciales (dignos de Jan Svankmajer) hasta su trilogía unholy-wood (Sunset Boulevard llevada al paroxismo: Carretera perdida-Mulholland Drive-Inland Empire).

Si reíste de miedo con el bebé de Henry Spencer; si te estremeció la figura del hombre elefante balbuceando un salmo; si te enamoraste turbiamente de Dorothy Vallens en un infierno de chalés adosados; si tu subconsciente se parece al Club Silencio y en él suena siempre la misma obsesiva melodía; si, en definitiva, aún echas de menos a Laura Palmer, no lo dudes: deberías sumergirte en este libro.

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