Dulce aroma a festivales que comienza a invadir la ciudad. Estado indolente del pensamiento, del que puede imaginar la traición ajena pero flota, flota, flota, porque el aire es tan denso y caliente y no necesita de venganzas. Estado indolente del cuerpo, que hace la fotosíntesis en las terrazas, se rocía de refrescos y de gaseosas y busca un amor perezoso. Y vislumbramos un combate lejano, donde el horizonte comienza a emborronarse por la refracción. Refracción emocional: eterno efecto espejo de la música. De las letras a la gran pantalla, paseamos por los frondosos parques del recuerdo. Embriagados de ese profundo perfume que traza el trotamundos.
Y así en la música nos curamos y nos reconocemos, dice Laura y todo el equipo de Le Cool Barcelona.
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//collage de Diego Castañeda