El término ‘redneck’ hace referencia a esos granjeros que lucían un cuello abrasado por el sol, de ideas conservadoras, con neveras repletas de latas de cerveza, que lucían la bandera confederada en sus camionetas. Si bien te puedes encontrar con ‘palabros’ del mismo azote despectivo como hillbilly, cracker, honky, peckerwood, bubba, linthead…
El ‘redneck’, el blanco de clase obrera, barrigudo cervecero, amante del rifle fácil, limita su escenario a viñetas y caricaturas, personas que se consideran a sí mismas antirracistas: “El hirviente asco progresista que despierta la basura blanca se evapora bajo la elevada fricción de vehemencia de su propia lógica” ¿Quién cree en la igualdad económica? ¿Quién cree en la igualdad racial? Igual de tontos los unos y los otros. “Trabajo libre” es un oxímoron y sólo los imbéciles creen que algo parecido puede existir. Si la mayor parte de los blancos estadounidenses se vuelve así, puede que de repente la furia ‘redneck’ deje de parecerles tan molona. Deben parecerles una enfermedad en remisión que anida dentro de todos los blancos, una enfermedad que puede aflorar de nuevo en determinadas circunstancias. Jim Goad habla de “humanos de saldo”. Risas, sudor y lexatines.
Traducción: Javier Lucini
