Un libro para ellas, by Bridget Christie

«Tanto si has nacido siendo mujer como si has alcanzado la condición femenina más tarde, sabrás que el aspecto de una mujer es muy importante. El aspecto de una mujer es más importante que nada de lo que pueda pensar, decir o hacer. De hecho, el aspecto de una mujer es tan importante, que a menudo nos piden que nos demos “una vueltecita” para poder recibir una aprobación en 3D.»

“No hablamos de otra cosa cada vez que quedamos. De micrófonos rosa y pollas.” Sí, eso es exactamente lo que hacen las mujeres humoristas inglesas sin pelos en la lengua. Ah no, y también queman sujetadores. Después de esas charlas interminables, queman sujetadores. Según Christie es muy fácil identificarlas: todas van vestidas con traje, son feas, lesbianas, odian a los hombres y tienen vello en el sobaco. Alguien dio forma a este singular muñeco de barro y lo bendijo bajo el nombre de “feminazi” (por lo visto el sujeto en cuestión fue un periodista que no terminaba de encontrar su lugar en el mundo y, apropiándose de la raíz femi- [mujer, hembra en latín], y añadiéndole como sufijo la palabra “nazi” -que bueno, todos sabemos a qué se refiere- logró sentirse algo más completo). Gracias a esta raíz, que surgió junto con la creación del vocablo “fémina», se han desarrollado muchos otros referidos a la condición, como por ejemplo feminoide, femenil, feminidad y feminicidio. Sí, hay una palabra que sirve para designar la matanza de mujeres por ser mujeres. Hay una palabra que sirve para denigrar a un hombre que tiene “comportamientos de mujer”. Hay también una palabra que sirve para decir que eres delicada, hueles bien, estás delgada, eres educada y agradable… Esa palabra es “femenina”. Sin embargo claro, un hombre que huele bien, está delgado y es educado y agradable no es masculino, ni mucho menos. No nos han dejado jugar porque éramos chicas. No nos han comprado la equipación de un equipo de fútbol porque éramos chicas. No podíamos decir tacos por que éramos chicas, ni salir de noche porque éramos chicas. Sin embargo, teníamos que acelerar el paso si veíamos una furgoneta porque, claro, éramos chicas. Y como todo esto no era suficiente, tenía que llegar un presunto intelectual y guardarse nuestra raíz para crear una palabra cuyo significado es más o menos “hembra hitleriana”. De todas formas, más triste es aún la certeza de que el sexismo contra las mujeres lo aplican tanto hombres como mujeres por igual. Es por esto que el mundo necesita libros de Caitlin Moran, Lena Dunham, Emma Cline o Bridget Christie. Para tomar conciencia de forma sarcástica, irónica y frívola. Porque con la mente fría entendemos mejor las cosas. Porque Un libro para ellas es un regalo para nosotras.

“Bridget Christie es una humorista sin pelos en la lengua, célebre en el Reino Unido por sus monólogos teatrales, en los que denuncia el machismo que sigue imperando en la sociedad contemporánea y reflexiona sobre la condición femenina. Y, para que sus agudas reflexiones cargadas de sarcasmo quedasen negro sobre blanco, una editora –sobre la que Christie se apresura a explicarnos que también ha publicado en inglés el Mein Kampf de Hitler (eso sí, en edición crítica y anotada)– le pidió que escribiese todo eso que explica, parodia y condena sobre un escenario. El resultado es este libro, entre la evocación de vivencias personales (por ejemplo, cómo un pedo la convirtió en feminista: sí, un pedo, han leído bien) y el panfleto descacharrante (por ejemplo, los tópicos inacabables sobre las feministas: no practican sexo jamás, todas son lesbianas, gordas y feas, todas nacieron en los sesenta y todas usan gafas y parecen la Velma de Scooby-Doo…, ah, y, por supuesto, todas se pasan el día quemando sujetadores). Pero hay más, porque habla también de la mutilación genital, de las escandalosas cifras de tocamientos no consentidos en los colegios británicos y de la también escandalosa brecha salarial, de las campañas de lencería con «mujeres normales», de la industria del sexo, de la dictadura del físico, de las chicas enseñando las tetas en el The Sun de Rupert Murdoch… Y habla también de mujeres: históricas como las Brontë, Mary Wollstonecraft o las sufragistas, y actuales como Malala, la niña víctima de los talibanes por querer estudiar.»

Un libro para ellas es la pastilla para ese “mal” que (en cierto modo) conlleva el hecho de ser mujer. Es un manuscrito que puede actuar como aspirina, probiótico y tripi a la vez. Lo que uno saca en claro al final de la lectura es que por suerte o por desgracia no somos iguales, y aún queda mucho por asfaltar. Pero mientras tanto, tenemos este libro, y también muchos otros que se escribieron antes. Y, por suerte, por justicia divina o destino infranqueable, contamos también los muchos otros que vendrán.

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