Bandido

Hoy, en Barcelona, es posible emprender un nuevo viaje a través de los sentidos sin necesidad de salir de los alrededores del Turó Park. He tenido la oportunidad de descubrirlo: un restaurante que, en un principio, me llamó la atención por el aire clandestino que desprendía, tanto por su ubicación, como por su peculiar entrada, donde destaca una puerta antigua, de arte arabesco refinado. El propio nombre, Bandido, acabó de activar mi curiosidad… Así que, ¡tenía que indagar! Lo primero que descubrí detrás de esa imponente entrada, fue un comedor que destacaba por el atractivo colorido, que podríamos hallar en la plaza Jamaa el Fna, de Marrakech, combinado con la elegancia de otros lugares,  tales  como el famoso Hotel La Mamounia. Y es que muchos de los elementos que podemos encontrar en el restaurante Lounge Club, han sido traídos de la ciudad roja. Otros toques decorativos, como sus fotos en blanco y negro, y algún mueble de tendencia colonial, le dan el toque chic europeizado, a ese ambiente, un tanto chill out elegante. En especial una sala para unos 12 comensales, ideal para celebraciones en petit comité. Y es que el restaurante tiene un aforo para unas 40 personas, lo que agudiza esa sensación de exclusividad. El siguiente paso,  probar sus platosPude degustar una cocina mediterránea y de mercado,  donde la materia prima es la estrella y la potente presentación resalta por sus composiciones y personales toques de autor, del chef Juan Carlos Escoda. Destacaría el cremoso de patatas, de 2 texturas, con huevo cocinado a baja temperatura y un toque de trufa, servido curiosamente (ya veréis) y el steak tartar de solomillo de Buey, preparado al momento, AL GUSTO DEL CLIENTE. Otro secreto…  sus carnes y pescados se cocinan al vacío, y se nota en lo tiernos que quedan. De postre me decanté por el Tiramisú, en su tierra de chocolate… muy cremoso. Ah, y los jueves, un pequeño homenaje a esas sillas y lámparas marroquís: ¡el cuscus! Y aún hay más, es un lugar ideal para ir a tomar una copa, en especial cócteles, tales como el de café, el gin tonic de London o Magellan.  Una combinación de sensaciones que resultan especialmente agradables, gracias al saber hacer de todo el personal, como la simpatía y profesionalidad de Lola, que lleva la batuta del comedor, las tablas y background del chef y la creatividad de sus propietarios. Todo un espectáculo para los sentidos que delata el porqué del nombre Bandido… personalmente, me ha robado el corazón… ¡y el paladar!

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