Hay cosas que de tan tronadas se convierten en contemporáneas. El Botafumeiro, durante muchos años templo de langostas, puros y comidas de futbolistas, sería un sitio de peregrinaje si apareciera en una serie de mafiosos de HBO. Paredes de madera (con salpicones de alguna pinza de langosta que se resistía más de la cuenta), decoración de camarote de barco, entre lujosa y kitsch, y fotos (muchas fotos) de políticos, futbolistas y actores de medio mundo. El Botafumeiro es un auténtico set de serie de televisión con clientes y camareros vieja escuela sacados de una agencia de casting. Maravilloso espectáculo visual entre decadente y hedonista que te atrapa desde el primer instante. A nivel comida, muy bien. Hay una regla que dice que un restaurante de marisco tiene que estar siempre lleno para rotar el producto fresco. Y el Botafumeiro siempre está animado, por lo que te aseguras buena materia prima. La mariscada para dos (una locura de bandeja que cubre media mesa) cuesta 60 euros por cabeza. Menos que ir a un partido de fútbol, y casi igual que algunos restaurantes modernos que te venden gato por liebre. Un consejo, deja algo de espacio para la carta de postres. El Botafumeiro realmente es una sorpresa que vale la pena una renovada oportunidad. Un clásico por re-descubrir.
