Cal Siscu

Justo donde se funde L’Hospitalet con Barcelona sobrevive Cal Siscu, una marisquería popular camuflada bajo el aspecto de bodega de toda la vida. El Siscu abrió en el 36 como bodega de vinos para surtir de vermut a la clientela del barrio, pero con el paso del tiempo empezó a ofrecer marisco. A partir de allí, el carisma del Siscu solo hizo que crecer, manteniendo su fuerte personalidad intacta hasta el día de hoy. Aquí no hay carta, se canta a cada mesa el producto fresco que llega de la lonja por la mañana. De una comida en el Siscu te puedes esperar percebes, cañaíllas, gambas de Palamós, espardeñas y sobre todo su legendaria cazuela de bogavante. Nosotros navegamos entre mejillones picantes, gamba salada, un espléndido plato de garbanzos con espardeñas y huevo frito, y la famosa cazuela de bogavante (tuneada con trozos de rape para la ocasión). Una vez terminados los generosos trozos de bogavante, el resto de salsa americana del fondo de la cazuela vuelve a la cocina, y lo rellenan con huevos fritos.

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Una experiencia demencial. El Siscu es un festival alejado de toda moda o sofisticación. Es un homenaje a la copa y al puro, a las sobremesas eternas, y a la mancha en la camisa por haberlo pasado muy bien. Una de esas rarezas de las que muy de vez en cuando nos sigue regalando la ciudad. Una cápsula del tiempo hedonista, con barra de mármol y barricas de vino a granel. Abstenerse clientes con muchos escrúpulos o en búsqueda del último local de moda, al Siscu se viene a disfrutar sin frenos de una buena ración popular de alta cocina de barrio.

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