Izarra

Es imposible que no te guste la comida navarra. Porque decir que no te gusta la comida navarra es como decir que no te gusta la comida de verdad… y a todos nos gusta la comida de verdad. Eso es precisamente lo que ofrece Izarra, un restaurante que, discretamente, sin hacer mucho ruido, acaba de cumplir 40 años; que se dice pronto. Se trata de un rinconcito pequeño -apenas tiene 34 plazas- y elegante, de diseño sobrio y con un cariz muy tradicional. Desde el primer momento se nota que es un negocio familiar. Alberto y Carmen, hijos del fundador, Juan González, tiran adelante el restaurante, él de cara al público y ella en cocina, y lo hacen con cercanía y respeto, creando un ambiente cálido pero sin perder las formas. Al fin y al cabo, no deja de ser un lugar refinado. Ahora bien, lo importante está donde tiene que estar: en los platos. Y es ahí donde Izarra se gana un lugar en los corazones de sus comensales. Las recetas destacan por tradicionales, por su origen navarro y por usar materias primas de alta calidad. Como entrantes no hay que perderse las alcachofas blancas de Navarra (que un agricultor produce para ellos en El Prat) con jamón. Para empezar con algo más contundente, déjate sorprender por sus alubias pochas de Puente de la Reina (increíbles). Y ya como segundo plato destaca la merluza al estilo Santurce, aunque quienes prefieran carne pueden deleitarse con su tiernísimo rabo de toro o de buey estofado. Eso sí, conviene hacer hueco para disfrutar de sus postres: los tocinitos de cielo son un must. Es recomendable reservar, por si acaso. Hay que contar además con rascarse un poco el bolsillo, pues el precio medio de carta ronda los 50 euros por comensal. Pero si eres de los que saben apreciar la cocina tradicional hecha con mimo, merece mucho la pena.