La Petita de la Gran

La Petita de la Gran es la pastelería que todos desearíamos tener a dos calles de casa. Un minúsculo obrador-pastelería en el que Vicky y Berta sirven uno de los mejores croissants de mantequilla de la ciudad. En apenas 50 metros cuadrados, La Petita se ha ganado una ferviente clientela no solo por sus dulces si no por la exagerada amabilidad y oficio de sus propietarias. Poder comer una galleta directamente del horno a tu plato cruza la línea roja de lo artesano para hacerte sentir en casa de alguien. Sin nada que esconder, el obrador está delimitado por una pequeña barra que separa al cliente y sirve de tribuna para disfrutar con la soltura con la que Vicky se desenvuelve entre pasteles, repostería y dulces excepcionales.

Sus financers, bizcocho de limón, una sacher que quita el sueño, pero sobre todo sus imbatibles croissants de mantequilla te dejarán con ganas de mudarte por el barrio. Repostería de proximidad (a la segunda visita te darán la bienvenida por tu nombre) y pasión por el oficio hacen de la Petita de la Gran parada obligatoria para los gourmands de visita por el Putxet.