Lo primero que me llamó la atención de este restaurante recién inaugurado fueron los platos (de batería) colgados del techo y, la verdad sea dicha, por eso decidí probarlo. Entré sin pensarlo demasiado y, como suele ocurrir cuando hacemos algo sin expectativas, me sorprendió muy gratamente. Platerets ofrece cocina de temporada de marcadas raíces catalanas pero siempre con una vuelta creativa. Todos los platos, por tradicionales que parezcan, tienen un toque especial e imaginativo. A mí me enamoraron sobre todo dos. El carpaccio de manitas de cerdo con setas confitadas no quería que se acabase nunca y las bravas son perfectas: cortadas pequeñas, bien doradas y acompañadas de una salsa con el toque justo de picante. Como los ingredientes son los verdaderos protagonistas, la carta irá cambiando según las temporadas y se adaptará a los productos frescos de la época. Hasta podéis visitar su huerto del Montseny para saber exactamente de dónde viene lo que os estáis comiendo. En definitiva, se trata de una propuesta bien pensada, coherente y redonda. Se nota que no es solo un negocio para las tres fundadoras, si no un fruto de su pasión por la gastronomía.
