Santa Gula

Puede que tengamos la tendencia heredada de «la Carrá» de ir al sur -del mapa- para, en este caso, hacer una buena comida, cena o incluso un pica-pica inocente. El epicentro de los locales cool, gastrobares, gastrotabernas, gastro-X de esta ciudad está en su parte meridional, por eso la alegría es doble cuando te cuentan que cerca de Balmes, en el núcleo enmarañado de gente trajeada que sube y baja con piloto automático y donde una servidora pasa gran parte del día, se encuentra un local con «aires del sur». Salvaguardado en una especie de plaza que emerge entre Vía Augusta y Gran de Gràcia, como si de un oasis urbano se tratara, está la Santa Gula. Este café y casa de comidas tiene un nombre que, a mi parecer, es poco acertado, ya que bien podría llamarse El Santo Pecado Capital en general, porque… ¡qué local, Señor! Hasta su vino «Corazón Loco» es incitante… Te atrae como polilla a la luz con su simpático logo, sus pinturas en los cristales y el jardín colgante que tienen montado. De la carta, decir que es extensa, mucho. Eso a algunos les puede molestar, pero es un incentivo para repetir y rápido, ya que las chicas de La Santa Gula varían su oferta gastronómica según los productos de temporada favoreciendo así el comercio local y la frescura de lo que te acabas llevando a la boca… #unaplauso. Así, sí. Os recomendaría alguno de los platos que me tomé, y también alguno de los platos que vi pasar delante de mis narices como tentaciones voladoras, pero os facilitaré las cosas. Voy a apostar por uno. Su cheesecake es el mejor que he provado en mi vida. Así de rotundo. Al igual que os diré que no abandonéis el lugar sin tomaros la última copa en su barra exterior en buena compañía. Uno de los rincones con más encanto de Barcelona. Disfrutadlo.